sábado, 30 de diciembre de 2006

Tomás buscador de la verdad




Luz Alvarez gana el IX premio de Literatura Juvenil 'Leer es vivir'




LEÓN, 3 (EUROPA PRESS)

Las escritoras Luz Álvarez García y Marta Serra Muñoz fueron las ganadoras de la IX edición del Premio de Literatura Infantil y Juvenil 'Leer es vivir', convocado por el grupo editorial Everest con la colaboración del Ayuntamiento de León, y en cuyo jurado participaron la escritora Espido Freire y la profesora y especialista en literatura infantil y juvenil Beatriz Hoster. En su comparecencia posterior al fallo, la especialista Beatriz Hoster fue la encargada de dar a conocer el nombre de obra premiada en la modalidad infantil, 'En las nubes', de Marta Serra Muñoz, de la cual destacó su "calidad, calidez y cercanía al lector infantil". En su opinión, 'En las nubes' destaca por una utilización depurada del lenguaje con un "léxico evocador y estilo actual", al tiempo que presenta "un texto que invita, no solo a los niños, a recrear vivencias relacionadas con el mundo de la fantasía y la imaginación". Asimismo, Espido Freire presentó 'Tomás, buscador de la verdad' de Luz Álvarez García, como ganador en la categoría de literatura juvenil, del que destacó su capacidad de "rescatar el valor de la evocación y reavivar la imaginación de los lectores". En esta línea, la escritora explico que se trata de un libro marcado por el misterio, que predomina a lo largo de toda la historia que hace que se lea con interés y agilidad, presentando un ritmo muy fluido "que crea nuevas historias a través de la historia". Además, señaló que este texto "acerca a los lectores jóvenes a lecturas más adultas, se puede decir que es un libro bisagra". En esta línea, Freire significó la complejidad de escribir para el público juvenil porque se trata de una "franja de edad complicada vital y literariamente" y manifestó la importancia de potenciar la fantasía y el mundo interior "que sólo se puede descubrir a través de los sueños". Tanto Espido Freire como Beatriz Hoster reconocieron la "alta calidad" de todas las obras finalistas, especialmente en la elección de la obra infantil, "en la que la deliberación final fue realmente acalorada". Además de Freire y Hoster, el jurado estuvo formado por el concejal de Cultura, Alfonso Ordoñez, y el poeta leonés Adolfo Alonso Ares, en representación del Ayuntamiento de León, así como el director de Publicaciones de Ediciones Gaviota, Matthew Todd Borgens, y la directora de Publicaciones del grupo Everest, Raquel López. López señaló que se presentaron 250 originales a concurso de los que pasaron a la fase final ocho en la modalidad de infantil y cuatro en juvenil, al tiempo que destacó que las obras procedían de todas las comunidades autónomas de España y de países como Uruguay, Argentina, Chile, Estados Unidos o Alemania. El premio Infantil y Juvenil está dotado con 12.100 euros cada uno y la publicación de la obra por parte de la editorial leonesa, aunque también se concedieron Menciones de Honor a algunas de las obras, que recibirán un premio de 1.500 euros.



Leer más noticias sobre este premio y Luz Álvarez:




Paseo por el Parque (Haikus)




Félix Alcántara, Ricardo Fernández, Montse Grao, Lola Romero
(Fotografías de Juan Carlos del Río)
Entrevista de JOAQUÍN CARBONELL a Ricardo Fernández.
Han editado Paseo por el parque (El taller del poeta), una colección de Haikus de Montse Grao, Lola Romero, Félix Alcántara y nuestro invitado Ricardo Fernández, con las fotografías de Juan Carlos del Río. El libro está inspirado en el Parque Grande de Zaragoza.
--Todo el mundo no sabe lo que es un haiku.
--Es cierto, no se sabe. Un haiku es un poema breve, de origen japonés, que tiene once sílabas distribuidas en 5-7-5.
--¿Por alguna razón se utilizan las medidas 5-7-5?
--Sí, el haiku proviene de un poema más antiguo que se llama tanka. El tanka es un poema de cinco versos, 5-7-5 y termina en dos de 7, con lo que sería 5-7-5-7-7. Los poetas japoneses los recitaban de viva voz; era una especie de juego, en donde uno recitaba los tres primeros versos y el otro le contestaba con los dos últimos.
--Curioso...
--De esta manera el haiku adquirió vida propia. ¿Por qué 5-7-5? Porque parece que es la forma natural de hablar. Tiende a ser lo más sencillo posible, no utiliza metáforas. Un haiku es lo que está pasando ahora, aquí, en este sitio. Es un instante que emociona al poeta.
--¿No es una greguería?
--No. Aunque las greguerías tienen inspiración japonesa. Gómez de la Serna era conocedor del haiku y de la poesía japonesa. Lo que pasa es que la greguería tiene una intención irónica, incluso humorística...
--Los poemas de este libro no están firmados...
--No lo están. Somos cuatro autores pero lo que nos interesaba es que el libro tuviera entidad por sí misma. Los haikus están dedicados al Parque Grande, incluso algunos escritos allí, durante las cuatro estaciones del año. Es una fórmula clásica en el haiku. No los firmamos por lograr una unidad, pero se notan los cuatro estilos diferentes.
--Hábleme de los autores.
--Montse Grao es poeta, con cierto bagaje. Lola Romero es más joven, es compañera mía del trabajo y descubrí que ya escribía haikus. Y Félix Alcántara ha llevado su pasión por esta forma poética a estudiar japonés para poder leerlos en su lengua original.
--¿Cuál es la dificultad del haiku?
--Es sencillo porque se utilizan palabras sencillas y cotidianas, pero como en toda obra poética, hay más o menos talento.
--¿Cómo llega usted a este mundo del haiku?
--Yo procedo de Albacete, donde tengo dos amigos muy relacionados con el haiku. Ellos escribieron un libro sobre el parque de Albacete y pensé que se podría hacer en Zaragoza algo similar.
--¿Tiene ahí un ejemplo para conocer su fórmula?
--"Un banco solo
ayer, un pobre viejo
y las palomas".
Más noticias sobre Ricardo Fernández Moyano

Cuando paseo contigo por la calle

Yolanda Saénz de Tejada (4º Premio Certamen Viladecans 2006)

Cuando paseo contigo por la calle

y tú me coges de la vida por la mano,

yo sonrío atolondrada

como niña de colegio en su recreo.

Cuando me llevas a un hermoso restaurante

y yo siento mi silla en tu cara,

no te dejo que mires a otro sitio;

sólo mi cara de adolescente enamorada

Cuando me regalas la tarde

y bajas el sol hasta mis nalgas

(antes de que el fuego queme mis rodillas),

yo duermo la siesta de adulto entre tus ojos.

Después, cuando la noche aprieta mi ombligo

y tú me compras un regalo,

yo me tumbo en la esquina de tu boca

para morir de vieja entre tus besos…



II

Mientras sigas apretando la tuerca de mi vida,

estaré viva…

Mientras siga bebiendo el aliento de tus días,

devorando el tiempo que no me das,

amándote cuando no pienso,

estaré viva…

Mientras siga cabalgando tu piel inmensa

llena de mares y lágrimas,

olvidando que te odio cuando más te amo,

exagerando mis besos en muerte segura,

estaré viva…

Cuando deje que el tiempo sepulte tus ojos,

que mi tinta deje de nadar en tus venas,

que tus manos no me electrocuten el deseo,

estarás muerto en mi vida…



III



Me gustaría vivir contigo,

aunque lleve viviendo veinte años.

Despertar al lado de tu sombra

que de tanto apretarme casi es mía.

Te pediría un anillo de deseo,

para colgarlo en la esquina de mi boca.

Nadar entre las olas de tu saliva

soldadas a mi piel como tus manos.

Me gustaría hacerte el amor en el salón,

aunque lleve media vida amándote.

Pintar la carcoma del sofá

con el sudor de tu cuerpo abierto.

Te dejaría tocarme el pensamiento

y morder mi excitado cerebro.

Volverme loca de placer

aunque lleve loca veinte años…

Cuando paseo contigo por la calle

Yolanda Sáenz de Tejada (Finalista Certamen Antonia Cerrato 2006)


Cuando paseo contigo por la calle

y tú me coges de la vida por la mano,

yo sonrío atolondrada

como niña de colegio en su recreo.

Cuando me llevas a un hermoso restaurante

y yo siento mi silla en tu cara,

no te dejo que mires a otro sitio;

sólo mi cara de adolescente enamorada

Cuando me regalas la tarde

y bajas el sol hasta mis nalgas

(antes de que el fuego queme mis rodillas),

yo duermo la siesta de adulto entre tus ojos.

Después, cuando la noche aprieta mi ombligo

y tú me compras un regalo,

yo me tumbo en la esquina de tu boca

para morir de vieja entre tus besos…



II

Mientras sigas apretando la tuerca de mi vida,

estaré viva…

Mientras siga bebiendo el aliento de tus días,

devorando el tiempo que no me das,

amándote cuando no pienso,

estaré viva…

Mientras siga cabalgando tu piel inmensa

llena de mares y lágrimas,

olvidando que te odio cuando más te amo,

exagerando mis besos en muerte segura,

estaré viva…

Cuando deje que el tiempo sepulte tus ojos,

que mi tinta deje de nadar en tus venas,

que tus manos no me electrocuten el deseo,

estarás muerto en mi vida…



III



Me gustaría vivir contigo,

aunque lleve viviendo veinte años.

Despertar al lado de tu sombra

que de tanto apretarme casi es mía.

Te pediría un anillo de deseo,

para colgarlo en la esquina de mi boca.

Nadar entre las olas de tu saliva

soldadas a mi piel como tus manos.

Me gustaría hacerte el amor en el salón,

aunque lleve media vida amándote.

Pintar la carcoma del sofá

con el sudor de tu cuerpo abierto.

Te dejaría tocarme el pensamiento

y morder mi excitado cerebro.

Volverme loca de placer

aunque lleve loca veinte años…

Carta de Dulcinea a don Quijote









Mercedes Martín Alfaya


(Ganador Certamen Cartas de Dulcinea 2006)




El Toboso, 12 de junio de 1606

Mi querido y "casto" Don Quijote:

Es grata la gentileza de vuesa merced al bautizarme con aquesta "Dulzura" y concederme la eternidad como dueña y señora de vuesos sospiros.

De mí dijisteis que cualquier rayo que del sol de mi belleza llegare a vos, alumbraría vuestro entendimiento y fortalecería vuestro corazón, de modo que quedara único y sin igual en la discreción y en la valentía.

También dijisteis que tengo fama de hermosa, y que ninguna cosa desta vida hace más valientes a los caballeros andantes que verse favorecidos de sus damas.

Pues bien, mi emboscado caballero, destas y otras andanzas que turbaron vuestra cabeza hasta convertiros en leyenda, sólo me llegaron palabras ilustradas que no soltaron caldo ni sustancia a la que arrimar mis labios y pujar la panza, ni otra pretensión por vuestra parte que la de utilizarme como escapulario en el pecho mientras yo me batía indefensa contra las verdaderas aspas de aquestos infiernos de los que nunca vinisteis a rescatarme. Vivisteis embaucado en el atino de codiciadas glorias y en la resuelta de otras damas, menos pacientes y más astutas que yo en la demanda de favores, como la llamada Dorotea a la que disteis en su momento cumplida cortesía y concedisteis audiencia, remediando sus males y desdichas mientras os negabais a visitarme con palabrerías y excusas tales como el no haber fecho fazañas dignas de mi gracia.

Por vos aprendí a leer y escribir, a fin de apreciar de vuestro puño y letra palabras que acariciaran mi corazón y refinaran mi entendimiento.

Por vos, seguí una dieta de adelgazamiento consistente en no probar bocado alguno hasta recibir noticias de vuesa merced, que de no ser porque caí en razón de que el resplandor de los caminos os cegaría la frente, me habría quedado más seca que el esparto.

Y, por vos, cumplieron mis ojos con los amaneceres de cada día esperando vuesa visita hasta caer rendidos en la noche escura de la distancia.

Agora a este punto me ha venido a la memoria que a mí tampoco me importa el verme puesta en libros y andar por este mundo de mano en mano, ni que digan de mí todo lo que quisieren, al confesaros en esta carta que mi pretensión iba más allá de haber compartido con vos unas páginas de épica insufrible que me llevará a la tumba con la pureza intacta.

Perdonad si me tomo la licencia

De abusar de mi orgullo despechado

En olvido de hazañas que han costado

De vuestro enfrento incluso la demencia.

Pues en esto tenéis mi reverencia

Y aqueste corazón hipnotizado

Que no por atropello descuidado

Me olvido de cumplida diligencia.

Aquí os remito, noble caballero,

la letra de mis noches malvenidas,

y soneto rimado y bien cumplido.

Que por vos embauqué en gastar dinero

refinando mis carencias desmedidas

con letrados remedios sin sentido.



Agradecida de haberos convertido en el más casto engaño de los caballeros andantes, se despide de vuestro injusto silencio.

Nunca vuestra,

Aldonza Lorenzo.

No lo entiendo

Luis Berastain Díez (Finalista Certamen Carmen Martín Gaite 2006)

No entiendo muy bien qué hago aquí, tumbado; con un brazo y una pierna escayolados. Yo no suelo caerme ni desde un escalón. No me considero un torpe, como mucho tropiezo o se me resbalan algunas cosas entre los dedos; pero pienso que en una proporción normal al resto de los humanos.

Tampoco soy muy dado al bricolaje. La última vez que lo intenté, conseguí colgar un cuadro, de esos a los que sólo les pones un tornillo redondeado en el centro del marco; y quedó torcido, desafiando a las leyes de la física. Hasta mi mujer, que me anima a que utilice las manos (es decir, recibí una orden estricta y clara de clavar el dichoso cuadro, que estaba apoyado en el suelo de un pasillo, antes de que el perro lo orinase por cuarta vez), a partir de aquel momento empezó a llamar a un manitas con el fin de que viniera a hacernos las pequeñas chapuzas domésticas. Y lo que es peor, sin evitar comentarme que tomó esa decisión para no declarar la casa en ruinas. Exagerada.

Como marido no estoy mal del todo. Tengo un trabajo digno. Desde el mes pasado. Del anterior, fui despedido injustamente, cuando el encargo de organizar un viaje con clientes a Roma, para asistir a unos partidos de fútbol de un mundial, no produjo un resultado satisfactorio. Dicho sea de otra forma, esos malditos italianos se compincharon para arruinarnos la estancia y, de paso, mi papel de organizador.

En el autobús que nos recogió del aeropuerto, al ponerse en marcha camino del hotel, el guía nos comunicó un problema con las reservas de las habitaciones, y que nos reubicaban. A 200 kilómetros, en un hotel de segunda categoría. Como las desgracias nunca vienen solas, en la autopista, se rompió el aire acondicionado, y tanto mis jefes como los clientes y periodistas empezaron a sudar a mares, sin contención ni dignidad. Es evidente que fue mala suerte y no, como me censuró el director general, culpa de mi dejadez.

A mi mujer la trato con cariño y respeto, excepto ese pequeño problema en recordar fechas y, por qué no decirlo, mi escaso gusto al comprarle un regalo, en un intento de compensar el olvido de un aniversario, cumpleaños, santo y conmemoraciones varias. No era tanto una cuestión de gusto, si no más bien que cuando le compraba unos zapatos marrones, ella hubiera preferido unas sandalias verdes, o si elijo para la ocasión un libro de su autor favorito, esta vez no me equivoco, resulta que ya lo tenía, en edición de lujo, regalado por alguna amiga suya. No es que yo no viviera en ese mundo, como escuchaba con frecuencia, si no que iba un poco desacompasado con el resto.

Pero a quién no le pasan estas cosas. A ver, que levante la mano el que sea perfecto y sus decisiones se cuenten por aciertos, o el que la suerte le acompañe en todo momento.

Desde luego, mis amigos sí me entienden. Bueno, más que mis amigos, la peña de colegas con los que acostumbraba a salir un jueves al mes a tomar unas copas y a hablar de ésta o aquella, ya saben a qué me refiero. Por cierto, no entiendo por qué antes los encuentros tenían lugar todos los jueves, luego en semanas alternas, y ahora se organiza de forma esporádica, casi todos los primeros jueves del mes, que es cuando me llaman para convocarme. Dudo que tenga algo que ver con aquella vez que, en un bar, después de haber ingerido unos pocos gintonics, obsequié con una animada charla a una chica muy simpática –en realidad el conversador era yo, porque ella se limitaba a sonreir; bueno, un poco- hasta que de repente me encontré mal y no pude evitar vomitarle encima. Al minuto me enteré, qué casualidad, que esa chica era la mujer de uno de los colegas, que había salido con unas amigas (no he conseguido enterarme de si se trataba, a su vez, de las esposas del resto de mis amigotes, aunque algunos de ellos no me hablan desde esa noche) seguramente para localizar a su marido y ver en qué consistían esas inocentes salidas de los jueves. Y se hizo una idea. Pero eso no fue culpa mía, y la prueba es que me siguen llamando, aunque últimamente parece haberse interrumpido el ciclo de salidas. Tal vez porque es verano.

Sin embargo, donde estoy seguro de destacar es en el papel de acompañante de mi mujer a algún evento social. Ella es una alta directiva de una ONG, imagínense, trabajando por el prójimo y sin ánimo de lucro, ciencia-ficción hoy en día. Su cargo le obliga a asistir de vez en cuando a cenas o recepciones con personalidades a las que intenta convencer para apoyar una campaña a favor de su organización, y claro, tengo que estar a la altura. Me esfuerzo en ser simpático y dar conversación a todos y tengo la sensación de que se me da bien porque siempre me requieren para hacer compañía a las personas de mayor edad, lógico, los que merecen más respeto y un trato más amable. Claro que también son los que se sientan más apartados, con frecuencia en una sala distante donde, tras charlar un poco entre sí, finalmente se quedan medio dormidos. No por mi conversación, evidentemente. Yo aprovecho ese momento para salir a la sala principal, con el objetivo de repartir mi encanto entre los actores, escritores, políticos y otra fauna. Y normalmente logro entablar conversación con ellos, aunque en una ocasión se me ocurrió comentar un escándalo que fue publicado en un periódico nacional; sí hombre, uno muy famoso en el que unos dineros se vieron desplazados de una cuenta pública a una privada; cómo podía saber que aquella señora era la mujer del titular de la cuenta privada.

En resumen, no me explico la razón por la que mi mujer me dijo que estaba harta y que se iba a Costa Rica –la Suiza de Centroamérica, menudo sitio- como responsable de un macroproyecto de desarrollo. Y que no sólo se iba sin mí, si no que además le acompañaba un tipo que era algo así como el ganador del concurso de Mister Cooperantes. Y que regase las plantas.

Aquello fue demasiado. No sólo era inmerecido, sino que ella parecía disfrutar de su crueldad extrema. Pero a pesar de todo, cuando salió por la puerta con un par de maletas, hice un intento de ayudarla, quizás para tener unos minutos más e intentar convencerla de que se trataba de un malentendido, que era un buen marido, amante, compañero y todo eso. Y entonces ocurrió. Me caí escaleras abajo.

Ahora estoy aquí, en la cama del hospital, sin saber dónde está mi mujer en aquel momento, sin poder regar las plantas, sin contacto con nadie. Y lo que es peor: mañana es primer jueves de mes.

Superviviente

Teresa Cameselle
(Seleccionado Certamen La Voz de Galicia 2006)

Es una pesadilla recurrente que me asalta noche tras noche. Voy subiendo unas escaleras imposibles, con tramos cortados, escalones de distintas alturas, giros infinitos... En lo alto escucho voces, sé que voy a una fiesta, puedo oír la música y los pasos de mucha gente. A veces algunos caminan a mi lado en las escaleras, luego desaparecen.

Sin saber cómo, me encuentro en una gran sala, entre un bullicio de invitados que van y vienen, cubiertos con máscaras siniestras, ropas amplias y largas capas que ocultan sus formas.

Alguien choca conmigo, me sujeta por un brazo para que no pierda el equilibrio y veo que su mano no tiene carne, sólo largos y afilados huesos que brillan mortecinos bajo la luz de las velas. Horrorizado busco su rostro, le arranco la careta y retrocedo ante la sonrisa de la calavera; doy otros dos pasos hacia atrás, dedos esqueléticos tocan mis brazos.

Me deshago de ellos y corro en busca de la salida, a mi paso todos se quitan las máscaras. Sonrisas difuntas me persiguen, me aturden. Caigo al suelo y al intentar ponerme en pie veo mis manos, mis huesos, y entonces intento gritar, mi boca sin labios se abre en una mueca eterna. No sale ningún sonido.

Cuando despierto aún es casi de noche; sudado, angustiado, me giro buscando algo, pero el otro lado de la cama está vacío, helado.

Entonces vuelve la consciencia, y comienza el ritual de todas las mañanas, el beso a la almohada, la mano que acaricia la sábana buscando el recuerdo del calor de su piel.

Al levantarme avanzo con pasos cansados hacia la habitación del fondo, me siento en la cama diminuta, cojo un oso de peluche y lo observo mientras se va mojando con mis lágrimas.

También íbamos a una fiesta, era tarde. No había escaleras imposibles, sino una carretera sinuosa y la lluvia, la lluvia envolviéndonos en su gris sudario.

Los médicos me dijeron que había sido el único superviviente. Todos los días me pregunto si es cierto.

Aproximando fronteras

Lola Buendía López
(Finalista Certamen Civilia 2006)

No me canso de andar por tus collados,
de recorrer tu cuerpo y tus colinas,
de sembrar en tu tierra desgarrada
por mi pecho de espadas y de espinas.

(Carlos Castro Saavedra)

Nicolás es un niño colombiano de tez chocolateada y ojos de mirada profunda, tan negros como la boca de una mina de carbón. Asiste al aula de tercer curso de primaria donde imparto clases desde hace ya algunos años. Llegó con su sencillo estuche de escribiente escolar, y la modestia obligada de los que vienen burlando la miseria de su tierra. Es tan tímido que ni siquiera se atreve a colgar su abrigo en el gancho del perchero como los demás niños... [...]

Puedes seguir leyendo aquí el relato:

http://www.tallerliterario.net/relaproximando.htm

Del color de los ojos

Mercedes Martín Alfaya (Finalista Certamen Civilia 2006)

Cuando me acerco a ti y descubro tu carita inquieta, tratando de arrancarme unas palabras, y sonríes, y te apresuras agitando las piernas como si quisieras transmitirme tu entusiasmo, la vida se convierte en un ramillete de globos de colores y serpentinas de fiesta. Y tú, mi pequeña Alicia, mi Blanca Nieves, mi princesa, esperas a que vuelva del trabajo moviéndote hacia el lugar donde el sonido de mi voz te reconforta. No temas, mi pequeña primavera, estoy aquí, acunándote en mis brazos, dibujando tu rostro en mi memoria para llevarme tu arco iris entre los papeles de la oficina. Porque te ha tocado una madre moderna, de las que trabaja dentro y fuera de casa, de las que termina de pintarse en el espejo del ascensor mientras contesta una llamada al móvil:
— Sí, Marcela, a las 11 en magistratura. [...]

Sigue leyendo en:

http://www.tallerliterario.net/relcolorojos.htm

Las seis vidas de Ahmed

Luis Berastain Díez (Finalista Certamen Civilia 2006)

En el campo de refugiados de Janin, el ruido de las balas se confunde con los tubos de escape; o quizás sea al revés. A veces los gritos de los niños jugando se mezclan con los de aquellos que son heridos por disparos.

Ahora se oyen los llantos de las mujeres; golpean sus cuerpos en señal de dolor, mientras los hombres están imprecando al padre para que pase a la acción, para que busque venganza. Acompañan el cuerpo sin vida de Ahmed, el niño palestino que cayó abatido por dos balas que buscaban destruir un arma. De juguete. Un juguete que inspiró a la muerte a destrozar la inocencia y los sueños de un chaval de apenas doce años.

Un tiempo después, la venganza no se ha producido. Ningún inocente ha sido inmolado para equilibrar la pérdida. Al contrario, seis cuerpos, israelíes, disfrutan más allá de lo que el destino les tenía escrito. Seis personas respiran, piensan, sienten, viven con una parte de Ahmed en su interior. Sus órganos sin futuro y sin rabia funcionan ahora en otros seres, dándoles el soplo vital que le fue arrebatado al pequeño hijo. Sus padres han decidido enterrar el rencor con un regalo para los demás: esperanza, y ese halo de esperanza se extiende como una onda de círculos concéntricos, desde la tumba de Ahmed hacia el resto del mundo.

Hermosa

María Teresa Cameselle
(Finalista Certamen Acumán 2006)


Ella continuaba siendo hermosa. A pesar de los años, el desamor, el doloroso divorcio y las terribles operaciones a la que había sometido a su frágil cuerpo de cristal.

Hoy, el jovencísimo camarero, aspirante a cineasta, le había sonreído mientras le extendía el menú, adorándola con la mirada. "Ya quisiera que usted fuera mi Mrs. Robinson", había susurrado con devoción.

Sí, seguía siendo hermosa. ¡Qué más daba que sus hijos continuaran llamándola papá!

El testamento de Alonso Quijano






Enrique Sánchez Elvira del Álamo


(Novela Ganadora del I Premio Salud Mental 2006)










Visita la página web oficial de Enrique Sánchez Elvira:

http://www.eselvira.com/



Puedes leer más noticias sobre la novela y el premio

http://www.chospab.es/noticiario/TextoNoticia.php?N=00&ID=0161

http://deconcursos.com/web/hemeroteca.php?CADENA=&id=7592&page=171