martes, 28 de abril de 2009

Nuestro "niño" se "estrena" justo después del taller de relato erótico



El domingo, cuando regresábamos a Madrid después del taller de relato erótico, recibimos una magnífica noticia: Juan Manuel Rodríguez de Sousa ha obtenido el tercer premio en el Certamen "Preparados, Cuentos, Ya".

Así que nuestro "niño", como le llamamos cariñosamente por ser el desvanero más joven, tras un par de selecciones en certámenes recibe un Premio. !Enhorabuena, Juanma!


El último actor
Juan Manuel Rodríguez de Sousa
(Tercer Premio Certamen de relatos "Preparados, Cuentos, Ya" 2009)

—Escucha, aquel que camina por ahí, ¿no se parece a Dios?
—Pues sí, se da un aire.
—¿Será Él?
—No lo creo, ya murió en la serie.
—¿Qué serie?
—Pues aquella donde era profesor en la Universidad.
—¡Oh! Ya recuerdo.
—¿Y qué asignaturas impartía?
—Pues de todo —sabía de todo— pero sobre todo de agnosticismo. El pobre no tenía muy claro cuál era su papel en el mundo.
—Normal, y ¿cómo murió en la serie?
—Acabó dando clases de ateísmo
— Interesante…
— Sí. Deprimido, buscó en la teoría su muerte, y la llevó a la práctica. <<¡Corten!>>.

Visita el blog del autor: http://rodriguezdesousa.blogspot.com/

lunes, 27 de abril de 2009

Felisa Moreno, ganadora del Certamen Castillo de las Águilas



El niño que aprendió a escribir cartas de amor
Felisa Moreno Ortega
(Relato ganador del Certamen Castillo de la Águilas)


—Abuelo, ¿me enseñas a escribir cartas de amor?
El anciano levantó la vista del libro y miró con fijeza a su nieto, como si acabara de verlo por primera vez. Los ojos serios del niño le indicaron que para él aquello no era ninguna broma, así que reflexionó sobre la respuesta más adecuada. Sergio era callado y tímido, muy responsable a pesar de sus doce años recién cumplidos. Le habría costado mucho pronunciar aquellas palabras, él no podía defraudarlo.
—Claro, ¿cuándo empezamos?
Sergio no esperaba que su abuelo aceptara con tanta naturalidad, llevaba preparada una historia para hacer frente a todos las preguntas indiscretas del anciano, pero éstas no se produjeron, así que se calló, aliviado.
Había acudido a su abuelo porque su madre una vez le contó como se habían enamorado sus padres, los abuelos de Sergio. Recordaba especialmente unos palabras que se le quedaron grabadas a fuego en su memoria: "Tu abuelo escribió una carta de amor tan maravillosa que cuando la abuela la recibió, estuvo llorando durante dos días, nadie se explicaba los motivos del llanto. La llevaron al médico, le dieron unos calmantes, pero ella no podía dejar de llorar, las lágrimas resbalan por su cara como un río desbordado y, lo más curioso de todo, es que en su boca se había instalado una sonrisa."
La imagen de su abuela con el rostro lleno de lágrimas y sonriendo no se iba de su cabeza. Él no la había conocido, murió joven, sólo quedaban sus fotografías, que el abuelo conservaba con sumo cuidado y que a veces se las mostraba, tratándolas con la delicadeza que merecen los objetos valiosos.
Sergio salió de la habitación feliz, había quedado con su abuelo para mañana, después del colegio, estaba seguro que aquella carta de amor cambiaría su vida.
—Hola Sergio, ¿has estudiado mucho? Hoy tenemos el examen de mates, lo recuerdas ¿no? Ayer no te vi por el messenger.
—Estuve estudiando, ¿cómo me voy a olvidar de un examen? —dijo Sergio con fastidio—Oye, Silvia, ¿puedo contarte un secreto?
—Soy toda orejas, dime.
—Mi abuelo me va a enseñar a escribir cartas de amor.
—¿Qué?
—Tú eres mi mejor amiga ¿verdad?
—Eso dices siempre—contestó la niña mirándolo con curiosidad.
—Voy a contarte algo. Estoy enamorado. Me gusta Lucía, y he pensado en decírselo. Quiero que sea algo especial, nada de mensajes al móvil, eso es lo que hacen todos. Yo le escribiré una carta de amor.
—Vaya..., que callado te lo tenías—la voz de la chica tembló un poco al continuar—nunca imaginé que te pudiera gustar esa pija. Pero guardaré el secreto, sólo te pido una cosa a cambio, que me cuentes todo lo que tu abuelo te vaya enseñando, será divertido.
—Lo haré—dijo Sergio con seriedad—gracias, eras la mejor.
La niña agachó la cabeza y se concentró en repasar las ecuaciones. Sergio la miró un rato, había algo extraño en la actitud de Silvia, sus palabras parecían forzadas, igual que su sonrisa. Se olvidó pronto de ella, acababa de entrar Lucía, agitando su melena rubia.
Los chicos estaban sentados en una esquina del patio, Silvia llevaba unos vaqueros desgastados y una camiseta de su equipo de fútbol. No es como las otras chicas, pensó Sergio, quizás por eso le gustaba tanto estar con ella, siempre se reían mucho juntos.
—Venga, empieza, estoy impaciente—dijo la niña riendo.
—Hoy tuve mi primera lección. Mi abuelo dice que para escribir una carta de amor es necesario estar dispuestos a vaciarnos, a sacar fuera de nosotros ese fuego que nos quema por dentro. Dice que tenemos a nuestra disposición un instrumento muy útil y barato, las palabras. Los hombres nos diferenciamos de los animales porque sabemos hablar y que por eso también somos capaces de amar. Dice que cada carta de amor es diferente. Que se ha de escribir pensando en la persona que la recibirá, que será ella la que inspire nuestras palabras y que, cuando las reciba, las reconocerá como propias.
—Ufffff, parece complicado, menos mal que tomaste notas.
—Deja que siga, incordio—dijo Sergio riendo—También dice que una carta de amor sólo se puede escribir con el corazón. La cabeza, la mente, se debe quedar en stand by, que las palabras nos serán dictadas y, cuando por fin leamos lo que hemos escrito, apenas podremos reconocerlo como nuestro. Y eso tiene sentido por lo que te dije antes, porque esas palabras no son de la persona que las escribe, sino de quien las inspira.
Por un momento se quedaron en silencio, reflexionando. Sergio miraba el patio, donde decenas de niños jugaban alegres o charlaban en corrillos. Pronto acabarían la primaria y se marcharían al instituto. Aquí eran los mayores, allí serían los novatos. De pronto sintió miedo, luego se calmó, con un poco de suerte caería en la misma clase que Silvia, su amiga y que Laura, su amor. Laura era la chica más guapa de la clase, tenía razón Silvia en que era un poco pija, se preocupaba mucho por su forma de vestir, peinarse, incluso utilizaba brillo para los labios. Pero Sergio estaba seguro que eso era por la gente con la que se relacionaba, que ella en realidad era una chica cariñosa e inteligente, que sabría apreciar su carta. Imaginaba sus ojos azules inundados de lágrimas, como los de su abuela, y sus labios gordezuelos curvados en una sonrisa abierta, brillante como el sol de mediodía.
—Segunda lección—dijo Sergio con tono optimista.
—¿Sabes? Creerás que soy tonta, pero anoche no me podía dormir pensando en lo que me contaste sobre las cartas de amor. Tengo un poco de miedo por ti.
—¿Por qué?
—Porque si a Laura no le gusta tu carta, si se ríe de ti, o te la tira a la cara, ¿qué va a pasar? Si te has vaciado en esa carta, si has puesto en ella todas tus ilusiones, ¿qué te quedará?
—Laura no podrá rechazar mi carta, piensa en lo que dijo mi abuelo, es ella quien me inspira, serán sus palabras—dijo Sergio con ansiedad.
—Vale, no te pongas así, es que no quiero que te hagan daño. Venga, cuéntame tu lección de ayer—dijo Silvia con un deje de tristeza que no pasó inadvertido a Sergio.
—Mi abuelo dice que en una carta de amor no hay reglas. Que ninguna debe parecerse a otra. Sin embargo, para que me sirva de ejemplo, me ha leído una de las que escribió a mi abuela. Apunté aquí un párrafo que me gustó mucho, te lo leo: "No quiero usar palabras gastadas para decirte lo mucho que te amo, no. Quiero inventar palabras nuevas para ti, palabras que nunca nadie haya articulado, que no se hayan contaminado con el roce de una lengua extraña, que sólo tu boca y la mía las pronuncien, y que se queden ahí, selladas con nuestros besos"
—Uffffffff, si un chico me dijera algo así, temblaría como un flan.
—No digas tonterías, si tú nunca piensas en chicos.
—Eso es lo que tú no sabes—dijo Silvia un poco picada.
—¿No me digas que te gusta alguien y no me lo has contado? —preguntó Sergio mirándola intrigado.
—No, pero podría gustarme, soy una chica como otra cualquiera, o ¿por qué no lleve falditas y no me pinte los labios ya soy un bicho raro?
—Perdona, no quería que te enfadaras—Sergio no sabía como acabar aquella discusión, nunca había pensado en Silvia como en una chica, la veía como un amigo más y sus palabras le hacían sentirse incómodo.
—No te preocupes—dijo apoyando sus palabras con un gesto—ahora tengo que irme, acabo de recordar que he quedado con Matías.
Volvieron a encontrarse a la salida del colegio. Silvia parecía la de siempre, insistió en que siguiera con el tema de la carta.
—Creo que ya estoy casi listo, esta tarde escribiré mi carta y mañana, catorce de febrero, se la daré a Lucía. Mi abuelo dice que si la persona a la que le entregas tu carta es la persona correcta, si realmente corresponde a tu amor, cuando empiece a leerla no podrá evitar que sus ojos se llenen de lágrimas, mientras que en sus labios de dibuja una sonrisa: como le pasó a mi abuela. Yo le he dicho que las chicas de ahora no son tan sensibles, él se ha reído y me ha contestado que no hace falta que se tire dos días llorando, con que se le humedezcan los ojos será suficiente.
—Pues si eso es así, deseo que Lucía llore mañana, para que tú seas feliz. Tengo prisa, nos vemos—dicho esto se alejó corriendo, sin volver la vista atrás.
Sergio se quedó parado, su amiga cada vez estaba más rara, a fin de cuentas era un chica, mejor no intentar comprenderlas.
Jueves 14 de febrero de 2008
Silvia observa a su amigo, lo ha estado evitando toda la mañana, no quiere hablar con él, todavía no. Lo nota nervioso, ella también lo está.
Han salido al recreo, ve como se dirige hacia Lucía, la sonrisa idiota de la chica la saca de quicio. Coge la carta con expresión de asco, tuerce la boca a la izquierda como si el ligero gesto de abrir el sobre le supusiese un esfuerzo enorme. Sergio sigue allí, inmóvil. Lucía sostiene la carta en su mano izquierda, en la derecha un bocadillo de salchichón que va devorando mientras lee. Termina, ni una sola lágrima se ha asomado a sus ojos. Sergio la mira con insistencia, incrédulo. Ella alarga el brazo derecho hacia él, no es un gesto de amor. Le está pidiendo que le sujete le bocadillo. Ya con las dos manos libres, se esmera en hacer la carta pedacitos que van cayendo a sus pies como pétalos de margaritas muertas. Recupera su bocata y se va al corrillo dónde están sus amigas. A juzgar por sus risas, se divierten mucho con lo que les cuenta.
Silvia sigue a Sergio hasta la clase. Lo conoce muy bien, ahora necesita estar solo, se sentará en su pupitre a reflexionar. Ella podrá observarlo desde la puerta. Verá como encuentra el sobre la mesa. Verá como saca la carta y mientras él lee, ella recitará de memoria las palabras allí escritas.
"Querido Sergio,
Si estás leyendo esto es porque Lucía no lloró con tu carta. No puedo decirte que lo siento, te mentiría. Y no está bien engañar a los amigos ¿no? Hace mucho tiempo que quería "vaciarme en palabras", como dice tu abuelo, pero siempre me ha faltado valor para hacerlo. Has sido tú quien me has enseñado a ser valiente, a no temer al fracaso o a la vergüenza.
Desde hace unos meses ya no puedo verte como un simple amigo. Un amigo no hace que tu estómago se encoja con sólo su presencia, que tus ojos bailen de alegría cuando lo ves, que tu corazón se acelere como si acabara de jugar un partido de fútbol. A un amigo no deseas tocarlo a cada instante, no te falta el aire cuando él no está. Un amigo no provoca que tus piernas se aflojen como si estuvieras delante de una portería para tirar un penalti...Uff esto más que una declaración parece la crónica de un partido.
He sufrido estos días viendo como preparabas tu carta de amor para otra, he llorado a escondidas de ti, incluso pensé en alejarme de tu lado, pero no pude. He tirado más de veinte folios a la papelera, veinte intentos de carta de amo. Por fin, terminé escribiendo estas palabras, que salieron de mi alma sin pasar por mi cabeza. Ahora son tuyas, ¿las reconoces?
Silvia".

***

—Puedo preguntarte algo, Sergio.
—Dime abuelo
—¿Cómo te ha ido con tu carta de amor?
—Lloré, abuelo, lloré y sonreí a un tiempo.
—Pero... no eras tú el que tenías que llorar, sino tu amada.
—No abuelo, se cambiaron los papeles, ella me escribió la carta y yo lloré.
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sábado, 25 de abril de 2009

Sábados de Mercedes. Relato erótico

Me gusta sentir sus manos recorriendo mi cuerpo. Disfruto cuando lo moldea como el alfarero a la arcilla, y da vida a un pedazo de barro convirtiéndolo en un bello plato digno de reyes. Reina soy en ese momento. Él se detiene en mis pechos, hechos para sus palmas; rozándolos mientras, embriagada por sus caricias, le susurro al oído mis más íntimos secretos.
Después, cuando sus labios me recorren de arriba abajo, y me cubre de besos sin dejar un solo rincón, explotan en mí mil deseos, que me arrasan como el fuego. Cabalgando contra el viento me transporta a un mundo nuevo. Da igual mañana o tarde, simplemente es eterno; cualquier instante es bueno para entregarse, olvidar, fundirse en uno a la vez que gotas de sudor recorren mi cuerpo y de la garganta emergen lamentos, que dan forma a la tormenta que siento. Por eso cualquier lugar sirve para entregarnos a este juego que me rompe, que me quiebra y me despedaza al arrancar a mi cuerpo lo que lleva dentro.
Por eso te siento marido, amante y compañero.

Paola del Campo

jueves, 23 de abril de 2009

Dia del libro



Confieso que he escrito
Ramón Alcaraz





Antes que tú,

yo fui lector.

Lo reconozco.

No me avergüenza mi pasado

de leedor empedernido.

Lector a todas horas,

lector crónico y urgente,

ladrón de fantasías

a punta de palabra.



Mas después fue otra historia:

trabajos forzados

de memoria y recuerdo

evocando la frágil existencia.


Pero tú eres yo mismo.

Ya me entiendes.

No digo nada

que ya no sepas.

Mi mensaje es fugaz:
una trampa a tu tiempo.

martes, 21 de abril de 2009

En la cumbre del iceberg


"La asesina de los ojos bondadosos"

de Felisa Moreno Ortega


El pasado viernes 17 de abril de 2009 tuve el privilegio de asistir a la presentación de la novela de Felisa Moreno Ortega, “La asesina de los ojos bondadosos”. Un privilegio porque fui yo quien la presentó, junto a la autora y las autoridades de la Diputación de Jaén y de la bonita localidad de Alcaudete.
Fue un gran momento, en el que Felisa alcanzó la cumbre del iceberg. Sí, así sentí yo aquel momento, y digo iceberg no sólo por esa sensación de vértigo que es alcanzar la cima, sino porque aquella noche reflejaba apenas un poco de tiempo tras el cual se ocultaban meses de trabajo.
En la presentación dije que el premio de Felisa había sido en realidad tres premios. El primero, al esfuerzo que supuso terminar la novela, su primera novela; una satisfacción personal de haber llevado hasta el final una idea durante páginas y páginas, con constancia y con mucha ilusión. El segundo premio fue el recibido por la Diputación de Jaén, donde esa sensación subjetiva de haber hecho bien las cosas se convierte en una confirmación; un jurado decide que aquel trabajo posee calidad para ser premiado, que es una buena obra y que además merece un lugar destacado entre otras. Y el tercer premio para Felisa (y para todos) fue culminar en la fiesta en su tierra, en el lugar donde vive, con su familia, con sus amigos, con sus compañeros y conocidos. Aquel primer premio —con tantos meses de trabajo— y el otro premio —una llamada inesperada confirmando el fallo del jurado— emergen a la luz y se materializan en el libro que podemos ver, tocar, y que todos ahora podréis leer.
Y como todo iceberg, ahora se deshace en las aguas de los momentos hermosos y se diluye dejándonos el recuerdo. Y Felisa desciende otra vez hasta el fondo del mar de las letras para seguir trabajando, escribiendo, para levantar poco a poco otro iceberg que seguramente un día, dentro de algunos meses, veamos emerger de nuevo para invitarnos a subir rápido a esa cumbre: la de un premio, de una publicación, de una buena noticia que compartiremos felices; porque a quienes navegamos en estos mares de la Literatura nos anima mucho saber que algo tan difícil es posible.
Ramón Alcaraz
***

















sábado, 18 de abril de 2009

Sábado de Mercedes. Relato de Paola del Campo



Palabras: Bronce, abuelo, cinco, ojos, contrapeso.
Paola del Campo

Ayer me sentí rara. Me vi en un escaparate del cual no recuerdo nada, tan solo la imagen que me devolvía un reflejo extraño. Me sentí agotada, con la sensación de ir arrastrando una piedra de mil toneladas; en ese momento me di cuenta del paso del tiempo y descubrí que este es simplemente una regla matemática: la suma, la suma de todo lo vivido.
Decidí mirar al pasado.
He vuelto a mi pueblo, recorro sus calles, contemplo al pasado con lentillas nostálgicas, buceo en mi mente y en mi alma buscando los recuerdos de mi infancia, retrocedo en el tiempo y soy testigo de mi propia historia.
Mis pasos se detienen en la vieja escuela y las risas resuenan en mis oídos… Tengo cinco años, un babi rosa y una coleta de caballo, una canción surca el aire: el patio de mi casa es particular cuando llueve se moja como los demás…
Tan, tan, tan… la campana de bronce toca, el recreo ha llegado a su fin, las galeras de mis recuerdos se alejan de aquel patio y mis pasos silenciosos y mullidos siguen su peregrinar indagando en aquellas estrechas calles los olores y sabores de mi niñez, intentando garabatear mis memorias de palabras mudas y encontrar en ellas el contrapeso que me ayude a mantener el equilibrio de mi existencia.
En el diálogo silencioso que mantengo conmigo misma, un hombre invade mis sentimientos. Su nombre inunda mi boca y de mis ojos, sin yo querer, brotan lágrimas por no tenerlo; necesito sus abrazos, sus besos, requiero sus cálidas manos que protegen mis miedos. Por primera vez en mucho tiempo anhelo a mi abuelo.
Me alejo de mi pueblo y en esta busca emprendida he decidido escribir los recuerdos de mi vida. Con ello aprenderé a masticar todo aquello que se guarda en la despensa de mi historia. Poco a poco plasmaré en palabras escritas mi supervivencia. Mientras oigo el sonido del viento silbando, veo como se disipan las nieblas que lo cubrieron y cobran forma a los acontecimientos que me hicieron reír y llorar… Esos recuerdos me acompañaran en el último tramo de mi vida.

miércoles, 15 de abril de 2009

Presentación de "La asesina de los ojos bondadosos" en Alcaudete (Jaén)

El próximo viernes 17 de abril, a las 20.00 horas, la Diputación Provincial de Jaén y el Ayuntamiento de Alcaudete organizan la presentación del libro ganador del
XVII Premio Anual de Literatura para Escritores Noveles 2007,
«La asesina de los ojos bondadosos»,
cuya autora es Felisa Moreno Ortega

La presentación de la obra estará a cargo de
Ramón Alcaraz,
en la Sala Capitular del Castillo de Alcaudete.

http://felisamorenoortega.blogspot.com/

martes, 14 de abril de 2009

Propuesta Creativa de Susana.




Susana, en su blog PALABRAS MAGICAS, propuso hace unos días escribir un relato a partir de un primer párrafo hecho por ella. Podéis ver la propuesta y las aportaciones en su blog:
http://palabrasmagicasdesusana.blogspot.com/

sábado, 11 de abril de 2009

Los sábados de Mercedes. ¿Qué tiraría a un pozo?



¿Qué tiraría a un pozo?

Paola del Campo


Era un mal día, sentada en el borde del pozo del jardín decidí tirar por él todo lo malo, aquello que me hacia sufrir.
Mis tristezas… las mías propias y las de mi corazón.
Las palabras que me dijeron y que hoy al recordar me producen desasosiego, tirar todo lo que me ahoga y no me deja vivir
Descorrí el pestillo de mi alma y vi como iban cayendo los pensamientos indeseados, los malos sueños, sonrisas congeladas en el tiempo, días tristes que fueron de color gris, ilusiones sin cumplir. Arrojé la rabia seguida del rencor; el dolor que hice, el que me hicieron, el que sentí por los que se fueron; aquellas palabras que nunca debí decir… las que nunca quise oír.
Las flores marchitas que me dieron una tarde de verano, el amor no correspondido y los besos a la fuerza arrancados.
La nostalgia del pasado, las heridas cicatrizadas y las que de vez en cuando sangran, las que necesitaron puntos junto con aquellas pasiones encendidas de deseos no cumplidos, todo lo que mi ser había reprimido…
Al alejarme del pozo me di cuenta de que me quedaba vacía, que todo lo arrojado formaba parte de mí y sin ello no podría edificar mis sonrisas futuras: los deseos vestidos de esperanza, la capacidad de amar sin pedir nada, el cariño que necesitaba dar, la fe para vivir y transmitir a los demás, mis alegrías pretendidas, la paciencia exigida… Volví mis pasos atrás y desde el borde del pozo tire de la cuerda y fui recuperando todo lo arrojado, porque lo bueno y lo malo me hicieron como soy, son los pilares donde se sustenta poder oír cantar a un pájaro, ver de color plata la luna que alumbra mi almohada, de recomponer los restos de aquel amor que naufragó, de perdonar y pedir perdón, de ver la belleza de una puesta de sol…
Lo recogí todo de nuevo, lo coloqué en los estantes de mi vida para mirar de vez en cuando y recordar lo que tengo de malo; porque si no lo olvido, seguro…, seguro que me ayudarán a ser mejor humano.

viernes, 10 de abril de 2009

jueves, 9 de abril de 2009

Misión cumplida, casi

Han transcurrido 117 días desde que Javier Ribas nos pedía a través de su blog que regaláramos un cuento. Si alcanzábamos la cifra de 50 relatos se podría editar un libro y los ingresos de su venta serían donados íntegramente a la Fundación Vicente Ferrer.Y fueron llegando regalos...en total 101 relatos. Sólo los receptores de nuestros cuentos, que son realmente los que han llevado el "peso" del proyecto, saben del esfuerzo realizado. Pero, sin duda, ha valido la pena. El libro comenzaba a tomar vida real el pasado dos de Abril y, si no hay contratiempos, en unos veinte días podremos tenerlo en nuestras manos.Tanto mi esposo como yo, nos sentimos satisfechos de haber colaborado en este proyecto con una de las portadas del libro -la segunda- y con un relato. Las compensaciones superan ampliamente la tarea realizada. Además, hemos tenido la satisfacción de conocer a un grupo de personas estupendas que están ahí, cerquita, a tan sólo unos clics...Y ahora, como dice Javier Ribas, llega la promoción del libro. A más libros vendidos, más ingresos. A más ingresos, más becas.Pues...comencemos a promocionar.
Entra en el blog de Maat y mira el video de promoción que ha preparado de este proyecto:
¡¡¡Gracias, Maat!!!

miércoles, 8 de abril de 2009

La buscadora de miradas



Felisa Moreno Ortega

Finalista Certamen Relatos para leer en 3 minutos Luis del Val





El tren se pone en marcha, adentrándose en la negrura del túnel. Observo despreocupadamente a mis compañeros de viaje, hasta que mi mirada se cruza con la tuya, un instante cegador que me deja deslumbrada, sumida en el desconcierto. Fijo la vista en el periódico que descansa en mi regazo, mientras recupero la compostura. Tu mirada me ha dejado al descubierto, mostrando mis oscuros secretos, mis deseos más íntimos. Permanezco un buen rato tratando de disimular mi turbación, antes de volver a mirarte; tú sigues allí, ajeno a mi curiosidad, hablando por un móvil de última generación, alto, moreno, bello e inaccesible. La alianza en tu mano derecha delata que estás casado. Intento imaginar a tu esposa, rubia, guapa, medidas perfectas, esperando cada tarde tu regreso a casa, arreglada, perfectamente maquillada. Se pondrá tu perfume favorito, tú llegas cansado pero no puedes evitar desearla, le haces el amor con pasión y te duermes abrazado a ella. En cambio, cuando yo llegue a casa no encontraré a nadie esperándome, le daré de comer al gato y pondré una película en el video, de esas bien antiguas en las que los diálogos eran más importantes que los efectos especiales, y lloraré con la protagonista la pérdida del hombre amado.Esta es mi parada, me bajo sin mirarte, camino entre la gente buscando la salida y el aire fresco de marzo golpea mis sentidos. De pronto siento una mano en mi cintura, me vuelvo asustada y encuentro tu cara, me miras sonriente mientras que tu mano se va desplazando, ya estás tocando mis muslos cuando me besas, sellando con tus labios cualquier atisbo de protesta. Me siento flotar, tú me agarras del brazo con fuerza obligándome a caminar deprisa. Entramos en una cafetería repleta de clientes, sin reparar en nadie me llevas hasta el fondo. Aseo de minusválidos, indica el cártel de la puerta, entramos. Aún no hemos dicho una palabra y ya me estás levantando la falda, ahora soy yo la que busco tus labios de fuego, con ansia, muerta de deseo. Todo sucede deprisa, consigo escapar de mi cuerpo y observar desde el techo cómo me desnudas, cómo bajas tu cremallera mientras besas mis pechos. Me veo disfrutando intensamente, el cuerpo en una postura imposible, la cara distorsionada de placer. Todo acaba en unos minutos, me susurras al oído unas palabras que no alcanzo a entender. Me dejo caer en el suelo, deshecha, sudorosa, desorientada y plena a la vez. Tú recoges la ropa y te vistes, me sonríes y te marchas. Intento decir algo, pero mi boca es incapaz de articular palabra alguna.El tren se para, levanto la vista del periódico y veo cómo bajas. Ha sido una estupenda experiencia imaginarme haciendo el amor contigo. Te despido en silencio, siguiéndote con la mirada hasta que te pierdes entre la gente. No importa si no vuelvo a verte, sólo has sido una aventura más. Mañana buscaré otra mirada en la que perderme.


***


Entra en su blog y lee más sobre la noticia:
http://felisamorenoortega.blogspot.com/2009/04/una-sorpresa-en-el-buzon.html

sábado, 4 de abril de 2009

Sábado literario. ¿Qué pasaría si...?


Doble sesión de sábado literario en el blog:



¿Qué pasaría si los vegetales...?


Ramón Alcaraz


Una hoja afilada irrumpe en la carne leñosa de un vegetal enorme. Sus ramas se estremecen, sus raíces se tensan. El filo penetra más hondo y un reguero de savia y trementina se desboca. Las hojas tiernas se agitan de dolor, temblorosas. La corteza asume la herida con la desnudez indefensa de los inocentes. Las semillas memorizan ese miedo a las torturadoras sierras, a las hachas inquinas y a las llamas asesinas. Las grandes selvas se extinguen. Los árboles mueren. Los bosques desaparecen por la ambición humana. Un verde rumor de ramas y brotes se dispersa...
Por si acaso los vegetales fueran vengativos, os aconsejo que sólo comáis aire.



***


¿Qué pasaría si un día dejaran de pasar las cosas?
Paola del Campo

Tic, tac, tic, tac... El sonido del reloj martillea mi cabeza, me encuentro tumbado en mi cama mirando el techo blanco inmaculado de mi habitación, estoy muerto en vida desde el día que dejaron de pasar las cosas. El ayer, el hoy y el mañana son iguales, lo que pasa es que no pasa nada.
Mi memoria no registra cosas dignas de mención, pues éstas han dejado de pasar.
La esperanza del pasará, el sobresalto de lo que ha pasado, las ansias del va pasar han desaparecido. Un día es el calco de otro, las fechas son iguales y los recuerdos desaparecen; ya que no hay nada que recordar.
Mis ojos han dejado de llorar, mi boca no sonríe, las obsesiones han desaparecido y mueren las ilusiones. ¡El teléfono no suena!... reina la monotonía. El gobernante de nuestras vidas es la rutina.
Tic, tac, tic…. Buenos días, oyentes, son las siete de la mañana para aquellos que se levantan ahora… Me despierto empapado de sudor; todo fue una pesadilla. Miro alrededor, la luz que entra por la ventana me sonríe y sé que hoy algo pasara en mi vida.


***
Sigue el sábadobus en el Juanmablog:

Pablo de Aguilar, finalista Certamen Qué Leer-Volkswagen




Pablo de Aguilar González ha sido finalista del prestigioso Premio de novela 2009 Qué Leer Volkswagen.

¡¡¡Enhorabuena!!!

Blog de Pablo:
http://echandolecuento.wordpress.com/

La noticia:
http://echandolecuento.wordpress.com/2009/04/01/%c2%a1%c2%a1%c2%a1uuuuuuuyyyyy/

viernes, 3 de abril de 2009

Sábado literario conducido por Juanma en El País de la Incertidumbre


Este sábado corresponde a Juan Manuel llevarnos en el autobús que recorre los blogscaminos con parada en todos los relatos con Hipótesis Fantástica.

Sube a su blog para que te incluya en el recorrido:

http://rodriguezdesousa.blogspot.com/