El desierto de las almas silentes
María José Gancedo
Son las 12h de un Nuevo Año y hoy no escucho el Concierto de Viena. En el desierto de las almas silentes no cabe la televisión. El arrullo de pájaros desconocidos, generosos, solícitos con mi quietud y pendientes a mis pedidos, se entregan impecables en sus trinos; regalándose más allá de mis humanos oídos pues me calan hasta el alma, ahí, donde la vida late, convertida en día. Mientras, el sol, que es el sol de hoy, del mañana y de los tiempos remotos, se empeña en recobrar el verano y sus tenues rayos convertidos sobre mi piel en caricias me traspasan el abrigo, como buscando cobijo entre las luces del inicio. Observo a la Naturaleza con ojos de niña, y ella se esponja, confiada en mi mirada, perpetuando su recorrido por los ciclos; llena de humildad, se deja rizar por potentes espirales invisibles que me envuelven en un advenedizo, sutil contacto, que pace, tranquilo, en mi corporeidad. Y la recoleta hiedra perenne se encarga de abrazar la fuerza ingente que aflora desde mi aspiración a poeta. Osada intención, y más cuando una araña teje paciente e impasible, con trazos y líneas perfectas, un arco iris de caos ordenado y enmarañado por la libertad que le da no saberse araña; de crear su obra sin aspirar a ningún tipo de reconocimiento o premio, ni siquiera sabe que su malla de encaje es el puente que cede el paso a la luz del astro rey hasta mis nuevos ojos.
8 comentarios:
que preciosidad,me encanta pasar por tu rincon y pararme y recearme en tus escritos,en tus palabrras,solo puedo decirte gracias...
besitossss
Pura poesía en prosa. Preciosa forma de describir un momento.
Un saludo :)
Bonita prosa y muy bello lo que expresa...
Un abrazo
Que maravilla es poder leer y recrear la imagen que nos presenta la autora en nuestra mente (hasta se siente el calorcito del sol), precioso, gracias por compartirlo con nosotros. Besotes.
Me has recordado, María José, con esa manera tuya de subir el Sol al cielo, a esa niña que de viaje en otro en otro lugar dijo: mamá, mira, la Luna de Coruña, dónde ella vivía.
Bikiños
Profe, cuando puedas, te pasas por mi blog, hay algo para ti ;)
Yo tampoco escuché el concierto de año nuevo. me pareció que si escuchaba una vez la marcha Radensky me iba a dar algo. El alma no estaba para marchas :)
Preciosa forma de decir, y maravillosos ojos de niña.
Me ha encantado el texto.
Un beso grande.
Una genialidad... una delicia pasear de puntillas por ese arcoiris de caos perfectamente ordenado....
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