Paco Piquer Vento (Finalista Certamen Carmen Martín Gaite 2007)
Era ella, sin duda. Hacía siglos que no la veía y aquel era el último lugar en que hubiese imaginado encontrármela. Mi amigo Leonardo, crítico de una desconocida revista de arte, nos había invitado a Flor y a mí a la inauguración de la exposición de una prometedora artista en un maloliente local de Malasaña. El invierno estaba siendo duro y aquella gélida noche de febrero no invitaba, precisamente, a abandonar el calor confortable de nuestro pequeño apartamento. Pero le debía una a Leonardo. Así que, después de mentirle la horrible jaqueca de mi mujer, había acudido solo. Y allí estaba, aguardando a que mi amigo terminase su trabajo, con una estúpida copa de vino blanco en la mano, soportando los acosos de diligentes camareros portadores del tópico canapé de los vernisages y escuchando, casi sin querer, conversaciones perdidas de desconocidos que se arremolinaban, admirando, criticando, o, simplemente ignorando, aquellas obras expresivamente sanguinolentas, duras e incomprensibles.
La reconocí enseguida. Tan delgada y pecosa como siempre. Y, como siempre, rodeada de personas que reían sus gracias, hipnotizadas por su mirada azul. Aunque siempre sola. Ausente pese a todo. Como cuando la conocí. [...]
La reconocí enseguida. Tan delgada y pecosa como siempre. Y, como siempre, rodeada de personas que reían sus gracias, hipnotizadas por su mirada azul. Aunque siempre sola. Ausente pese a todo. Como cuando la conocí. [...]
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