domingo, 30 de julio de 2006

Billete de ida


Libro de relatos "El Viaje"
(Editorial Punto Reklamo. Varios Autores)

Teresa Cameselle

Debería bajar. Él estaría aún en el andén, odiando al autobús que pretendía separarlos, alejándola de allí, donde su amor no pudiera dañarla.
Adentro, ella aprieta contra su pecho y convierte en coraza la bolsa de mano barata, en la que no lleva sus recuerdos, ni regalos de boda, ni fotos, ni siquiera su anillo.
Amanece un día triste, desencantado, la luz brumosa apenas ilumina la estación mientras el conductor se prepara para el viaje. Afuera un hombre grita y ella se tapa los oídos. No más súplicas, ni ruegos, ni amenazas. Cinco años de su vida para desandar, se lo ha prometido a sí misma, los eliminará poco a poco como se borra la tiza de un encerado.
El ruido del motor la sobresalta al tiempo que amortigua los gritos del exterior. Se le han acabado los juramentos y las promesas, ahora empieza con los insultos. Los últimos pasajeros suben al autobús extrañados, preguntándose la causa de aquel escándalo. ¿Debería bajar?

Pasillo, por favor



Libro de relatos "El Viaje"
(Editorial Punto Reklamo. Varios Autores)


Paco Piquer Vento


La azafata me ha rozado en el codo al pasar junto a mi asiento.
Vuelve a hacerlo cuando se dirige al fondo del avión, junto a los lavabos. Miro hacia ella. Me sonríe. Es atractiva.
Me dirijo hacia donde está. Nos miramos.
El deseo, los sentimientos más oscuros en un nanosegundo.
Ella corre la cortina. Nos besamos. La acaricio sobre la ropa.
Regreso a mi asiento.
- Señor, hemos llegado – el rostro que he besado en sueños está a pocos centímetros del mío.
- Dispense, me he quedado dormido – respondo mientras me desabrocho el cinturón de seguridad.
Alguien me dijo que el ancho del pasillo de un avión está calculado en función de la distancia que marca el contoneo de las caderas de una azafata.
Por eso, pido siempre pasillo al facturar.
Para comprobar que se equivocan.
Para comprobar cómo un simple contacto desmonta esa teoría.

No te delataré


Libro de relatos "El Viaje"
(Editorial Punto Reklamo. Varios Autores)

Mercedes Martín Alfaya

Yo tenía una bicicleta verde con pegatinas de colores y un faro narigudo que oscilaba risueño en mis peripecias de equilibrio. Un día, se cruzó en mi camino la chica más bonita del pueblo, y mi caballo metálico relinchó desconcertado ante la mística aparición. Caminaba erguida, líquida, envuelta en la sedosa pulcritud de una primavera recién estrenada. Aquella tarde, mi rocín aventurero y yo, bajo la silueta recortada en el horizonte de una gigantesca naranja etérea, tomamos juramento de nobleza, y con la bendición del cielo, partimos a la conquista de tan ilustre damisela. Al regresar a la , mi padre nos confiscó un mes sin salir por desatender las cuentas y obligaciones con la maestra— que se presentó en mi casa antes de la cena— Sería conveniente que vigilara al chaval, apuntó doña Rosario. Y mi padre clavó sus puntiagudos ojos de tormenta sobre mí, señalando la puerta de mi habitación con el dedo: ¡Y deja la bicicleta en el patio! — gritó.
Los caballeros no lloran, aunque el hollín de la tristeza deslució con el tiempo mis amaneceres quijanos para convertirme en alguien de provecho. Nunca más se supo qué fue de mi bicicleta ni de aquella chica que se evaporó como pompa de jabón en el aire.¡Buen provecho, mi truhán! No te delataré, “que al buen callar llaman Sancho”

Miedo a volar


Libro de relatos "El Viaje"
(Editorial Punto Reklamo. Varios Autores)

Raúl Gay Navarro


El reportaje concluía: “También es cierto que un coche puede llegar a sufrir varios accidentes a lo largo de su vida, pero un avión solo se estrella una vez”. El ejecutivo sonrió y guardó el periódico. A su derecha, el terrorista miró el reloj. Se volvió hacia él y le estrechó la mano: Encantado de haberle conocido. Se levantó del asiento y caminó con paso decidido hacia la cabina.

Viajando en sueños


Libro de relatos "El Viaje"
(Editorial Punto Reklamo. Varios Autores)

José Manzanares Rodríguez


Fue mi primer viaje como piloto de un vuelo sin motor; no obstante, pude controlar sin dificultad mis brazos abiertos en cruz. Sentí la ingravidez bajo mi cuerpo, el viento en mi cara, me dejaba llevar como pluma sin rumbo ni dirección. Desde entonces, cada día soñaba con escapar del lugar donde cortaron mis alas.

El ascensor


Libro de relatos "El Viaje"
(Editorial Punto Reklamo. Varios Autores)

Clara García Baños

Estaba completamente enamorado de su figura, su voz, su coraje, sus aires de amazona indómita. Desde que la conoció en el instituto, siempre rodeada de su bandada de incondicionales, cada noche soñaba con ella. Y, por fin, después de tanto desearlo, la había encontrado por fin sola, de casualidad, saliendo de la tienda de comestibles. La siguió, la mirada fija en el vaivén de su pantalón de talle bajo, hipnotizado como una polilla por la luz.
La hubiera montado en su moto para llevarla hasta el campo. Se sentarían en el tajo, con los pies colgando sobre el río y, con las manos entrelazadas, contemplarían el mágico anaranjado del atardecer. Y sabiendo, como sabía, que a ella también le gustaba, se habría declarado, sin temer censuras ni ridículos. Porque ella le miraba en clase, de esa manera tan especial, que tantas veces le dejaba sin palabras.
Ella entró en su portal, la bolsa colgando alegre de la mano, al compás de sus caderas bailarinas e insinuantes. Él se apuró un poco y alcanzó la puerta justo antes de cerrarse. Cuando entró en el ascensor, ella articuló un tímido hola sin voz y comenzó una inspección meticulosa del techo, el suelo y los botones. Bajó en el tercero. Él estuvo a punto de sujetarla y hablarle. Pero al salir, su imagen en el espejo le dijo que no; que nunca estaría bien visto que una niña de catorce años saliera con su profesor de matemáticas.