Luis Berastain Díez (Ganador Certamen El Basar 2005)
Su imagen se reflejaba en el escaparate de una conocida tienda y, mientras el viento movía los faldones de su gabardina, casi arrancándole el sombrero, parpadeó.
En ese instante su reflejo, dándose la vuelta, fue corriendo hacia la calzada, como si el tiempo transcurriera y simultáneamente, para él, estuviera detenido. Permaneció allí, inmóvil, paralizado, mientras su propia imagen cruzaba la calle, en el mismo momento en que un autobús, saltándose su parada, le arrolló.
Sintiendo la electricidad recorrer su espalda después de presenciar su propia muerte, al abrir los ojos pudo comprobar que nada de aquello era verdad.
Fue hacia el lugar donde tuvo lugar su propio atropello, pero allí no había nada, salvo su sombrero. Se encontraba agachado para recogerlo cuando oyó un bocinazo y un grito. Nada más.
En ese instante su reflejo, dándose la vuelta, fue corriendo hacia la calzada, como si el tiempo transcurriera y simultáneamente, para él, estuviera detenido. Permaneció allí, inmóvil, paralizado, mientras su propia imagen cruzaba la calle, en el mismo momento en que un autobús, saltándose su parada, le arrolló.
Sintiendo la electricidad recorrer su espalda después de presenciar su propia muerte, al abrir los ojos pudo comprobar que nada de aquello era verdad.
Fue hacia el lugar donde tuvo lugar su propio atropello, pero allí no había nada, salvo su sombrero. Se encontraba agachado para recogerlo cuando oyó un bocinazo y un grito. Nada más.
1 comentario:
Hola, Ramón. Es un micro impresionante. No sé contra que otros textos competía, pero este es muy bueno.
Caray con las letras doradas...
Un abrazo
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