lunes, 26 de octubre de 2009

El Diletante. A voz en grito

Lucca

Cerca de la plaza del Anfiteatro de Lucca, en un pequeño restaurante exquisito, con recoleto jardín interior, entran un hombre y una mujer. Él de estatura mediana llama la atención por su noble apariencia; pelo blanco con grandes entradas en las sienes, frente despejada con breve mechón sobre ella, fino bigote y frondosa perilla níveos. Tez tostada por muchos soles, orejas pegadas a la cabeza y dos líneas por ojos que dejan entrever iris azules que sonríen continuamente enmarcando breves ojeras. Los labios acompañan a la sonrisa irónica de su mirada, vertiendo su picardía sobre la mujer. Ella es muy joven, rubia, extraordinariamente bella. Hierática, de ademanes pausados, solo contesta con la cabeza al discurso del hombre. Mira fijamente el menú como si su vida dependiese de ello. Se lleva las dos manos a la nuca, rectifica inmediatamente su posición acariciándose una uña. La niña no habla, la niña no ríe. Come despacio, con pequeños bocados. Su mirada se clava durante mucho tiempo en un punto del infinito.
Después de pagar la cuenta el hombre se levanta para ayudar a salir a la mujer. La dueña del establecimiento, el maître, y el camarero que les atendió, despiden la sonrisa segura y mordaz de él y la mirada inasequible y absorta de ella.

El Diletante

1 comentario:

L.N.J. dijo...

Excelente, muy-muy bueno Diletante.
Un toque de osadia y humor en tu relato, cosas que pasan. Jeje.

Me gustó mucho, gracias.