lunes, 21 de diciembre de 2009

El Diletante. A voz en grito



El gato con botas


Los gatos somos como los cometas: tenemos cola y siempre hacemos lo que nos da la gana. Algunas personas dicen que los escaldados huimos del agua fría, estúpida contradicción propia de los humanos, porque en todo caso huiríamos del agua caliente. El agua en general, caliente o fría, no es santo de nuestra devoción.
El caso es que hace algún tiempo el Gato con Botas me solicitó encarecidamente que mintiese a mis paisanos y, en un día descuidado y perezoso, accedí por curiosidad. Nunca me perdonaré haber participado en semejante gatuperio; su solo recuerdo me hace sudar, y no precisamente como el gato de Algalia. Claro, ya saben aquello de que la curiosidad mató al gato. Propagué el bulo de que el Marqués de Carabás era el auténtico amo y señor de aquellas tierras y entoné loas a su profunda preparación, aguda inteligencia y sabios dictámenes, y así logré darles gato por liebre. Y luego lo que pasa, una mentira trae otra, un enredo engendra otro mayor, y al final la maraña es tan descomunal que nadie se aclara. Tanto es así que llegué al convencimiento de que el benjamín del rústico molinero era el auténtico Marqués de Carabás.
De resultas de tantas mentiras, bulos, y falsedades, el patán se llevó el gato al agua y se alzó con el poder. Durante largos años, los pobres campesinos debieron soportar la mala gobernanza del Marqués, del Gato con Botas y de las gentes de su cuerda. De todos ellos yo huía, arrepentido de mi culpa, como gato escaldado. Luego, los lugareños se vieron esquilmados y, empobrecidos, tuvieron que emigrar, y ya ni una raspa había que llevarse al gaznate.
Vamos, las mismísima caraba en bicicleta.

El Diletante

No hay comentarios: