Rapidez
Rubén Gozalo
En apenas unas milésimas supe que Raquel era el gran amor de mi vida. Veintinueve centésimas más tarde, ya estábamos besándonos. A los tres minutos nos acostamos. A los cinco tuvo su primer orgasmo. A los seis minutos le pedí matrimonio. Me dijo sí, tres centésimas más tarde. A las cuarenta y ocho horas nos casamos en Las Vegas. El cura nos avió en tres minutos. Al mes ya esperábamos a nuestro primer hijo. A los tres meses, la criaturita empezó a dar patadas en la tripa a su madre. Sería futbolista. Al cabo de medio año llegó Álvaro de forma prematura. A los seis meses y un día empezamos a tirarnos los trastos a la cabeza. Tan solo empleamos dos minutos en separarnos. Por la rapidez, en el juzgado, lo denominaron divorcio express.
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