Mercedes Martín Alfaya (Seleccionado Certamen Acumán 2005)
Todos terminaron de pintar su paisaje de recortadas nubes, casitas con chimenea y picudos árboles verdes. Sin embargo, ella pasó el resto de la mañana practicando hasta que la flor se pareció a una flor y las hojas tuvieron el color de las hojas, y entonces, la maestra, abandonó su postura de jarrón y la dejó salir al patio.
Memorizar el cuento de Caperucita al revés le costó un berrinche de interminables ensayos.
–Bai tacirupeCa por el quebos y jodi el bolo: ¿Dedon vais tacirupeCa…?
Repitió y repitió, hasta que no tuvo que hacer esfuerzos para soltarlo de un tirón en la fiesta de fin de curso. Y lo hizo tan bien, que sus padres estiraron el cuello y la profe añadió un positivo a su boletín de notas.
Con disciplina, hijita, con disciplina –le decía su abuelo–, así es como se consigue ser alguien de provecho.
Hoy, es una persona adulta, –una perfecta bombillita entre la guirnalda de luces amarillentas suspendidas en el gigantesco escenario de la existencia–, pero cuando nadie puede verla, danza descalza entre los árboles color helado de pitufo que esconde bajo su almohada.
Memorizar el cuento de Caperucita al revés le costó un berrinche de interminables ensayos.
–Bai tacirupeCa por el quebos y jodi el bolo: ¿Dedon vais tacirupeCa…?
Repitió y repitió, hasta que no tuvo que hacer esfuerzos para soltarlo de un tirón en la fiesta de fin de curso. Y lo hizo tan bien, que sus padres estiraron el cuello y la profe añadió un positivo a su boletín de notas.
Con disciplina, hijita, con disciplina –le decía su abuelo–, así es como se consigue ser alguien de provecho.
Hoy, es una persona adulta, –una perfecta bombillita entre la guirnalda de luces amarillentas suspendidas en el gigantesco escenario de la existencia–, pero cuando nadie puede verla, danza descalza entre los árboles color helado de pitufo que esconde bajo su almohada.
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