Diario íntimo de una nevera
Paola del Campo
El calor era cada vez más intenso. Ella no para de abrir mis puertas, una y otra vez, con la esperanza de engañar a sus sofocos. ¡Ja!, nada le da calma. Descongela el agua y esta cae sobre su cuerpo como las gotas de roció sobre la hierba… Agua, agua, agua descongelada que se desliza por su frente trazando surcos de agua tibia y salada que desembocan su cuello y sigilosamente ruedan entre el canalillo de sus pechos hasta morir en el ombligo…
Mis puertas, abiertas de par en par, dejan mis intimidades al descubierto; con la esperanza de que el frío que yo poseo mitigue el bochorno que reina en el ambiente. Allí la veo, sentada delante de mí, medio desnuda. Plantada en medio de la cocina, mira hechizada, sin parpadear, la luz que emana de mi interior. Mete su cabeza en mis entrañas. Será tonta..., ahora comprobarás el gélido que anida en mí.
Desde ese día mantengo una relación más cercana. Esta dependencia no es por gusto sino por necesidad, ya que ella guarda en mí sus ideas, reflexiones y locuras… Decidió arrinconar todo lo que su ser albergaba en cada una de las baldas que componen mi cuerpo, en el frío y seco interior de mi cavidad; y así me hice dueña de sus recuerdos, miserias y buenas acciones y los dejé reposar entre flanes, huevos tomates, leche, queso…
Abrir mi cuerpo álgido podía resultar una experiencia curiosa.
Ella necesitaba desprenderse de todo el lastre bueno o malo que durante años almacenó y halló en mí el limbo donde macerar sus miserias. Entre macarrones y sopa de pollo descansan sus nubes de algodón, tormentas y desengaños...
Sin embargo, esté o no de acuerdo con todo lo que es, ella siempre será mía. Me he convertido en la dueña de su cuerpo. Sus pensamientos y sus ideas me pertenecen. Las imágenes que veían sus ojos esperan congeladas en mi interior. Poseo sus fantasías, sueños, esperanzas y miedos…; ahora la conozco íntimamente, aunque hay aspectos de ella que me confunden.
Él llega a casa y, sin querer, siempre sin querer, abre las puertas del congelador. Él tiene los alimentos bien organizados en la nevera, sabe que eso garantiza su conservación. Sigue un orden: en la parte superior deposita la cabeza; en el cajón de en medio guarda extremidades y tronco envueltos en film transparente; el corazón en el último recipiente, ya se sabe, para prevenir su contaminación, aunque tuvo que esperar un día para guardarlo porque en la nevera no se debe introducir nada caliente.
Mientras, yo soy su dueña. Él la deposito en mí, me la entregó y yo cada día me parezco más a ella. ¡Ja, ja, ja!, pobre tonto…
Son las cuatro de la mañana. La desazón es insoportable, la lengua se le pega al paladar, se levanta de la cama para beber leche fría, va descalzo… No se enciende la luz de la cocina, por lo que no ve el charco de agua que sale de debajo de la nevera. Es demasiado tarde, abre la puerta del frigorífico… Todo el barrio se ha quedado a oscuras, en la soledad de la noche alguien oye un grito… La luz vuelve.
Él yace en el suelo, con la mirada fija en la luz del refrigerador, mientras en las sombras de la madrugada solo se oye el ronroneo de la bomba de compresión del electrodoméstico. Cualquiera podría decir que la nevera se estaba riendo…
Mis puertas, abiertas de par en par, dejan mis intimidades al descubierto; con la esperanza de que el frío que yo poseo mitigue el bochorno que reina en el ambiente. Allí la veo, sentada delante de mí, medio desnuda. Plantada en medio de la cocina, mira hechizada, sin parpadear, la luz que emana de mi interior. Mete su cabeza en mis entrañas. Será tonta..., ahora comprobarás el gélido que anida en mí.
Desde ese día mantengo una relación más cercana. Esta dependencia no es por gusto sino por necesidad, ya que ella guarda en mí sus ideas, reflexiones y locuras… Decidió arrinconar todo lo que su ser albergaba en cada una de las baldas que componen mi cuerpo, en el frío y seco interior de mi cavidad; y así me hice dueña de sus recuerdos, miserias y buenas acciones y los dejé reposar entre flanes, huevos tomates, leche, queso…
Abrir mi cuerpo álgido podía resultar una experiencia curiosa.
Ella necesitaba desprenderse de todo el lastre bueno o malo que durante años almacenó y halló en mí el limbo donde macerar sus miserias. Entre macarrones y sopa de pollo descansan sus nubes de algodón, tormentas y desengaños...
Sin embargo, esté o no de acuerdo con todo lo que es, ella siempre será mía. Me he convertido en la dueña de su cuerpo. Sus pensamientos y sus ideas me pertenecen. Las imágenes que veían sus ojos esperan congeladas en mi interior. Poseo sus fantasías, sueños, esperanzas y miedos…; ahora la conozco íntimamente, aunque hay aspectos de ella que me confunden.
Él llega a casa y, sin querer, siempre sin querer, abre las puertas del congelador. Él tiene los alimentos bien organizados en la nevera, sabe que eso garantiza su conservación. Sigue un orden: en la parte superior deposita la cabeza; en el cajón de en medio guarda extremidades y tronco envueltos en film transparente; el corazón en el último recipiente, ya se sabe, para prevenir su contaminación, aunque tuvo que esperar un día para guardarlo porque en la nevera no se debe introducir nada caliente.
Mientras, yo soy su dueña. Él la deposito en mí, me la entregó y yo cada día me parezco más a ella. ¡Ja, ja, ja!, pobre tonto…
Son las cuatro de la mañana. La desazón es insoportable, la lengua se le pega al paladar, se levanta de la cama para beber leche fría, va descalzo… No se enciende la luz de la cocina, por lo que no ve el charco de agua que sale de debajo de la nevera. Es demasiado tarde, abre la puerta del frigorífico… Todo el barrio se ha quedado a oscuras, en la soledad de la noche alguien oye un grito… La luz vuelve.
Él yace en el suelo, con la mirada fija en la luz del refrigerador, mientras en las sombras de la madrugada solo se oye el ronroneo de la bomba de compresión del electrodoméstico. Cualquiera podría decir que la nevera se estaba riendo…
***
Estre sábado conduce Dorotea.
Todos los detalles y un refresquito en su blog:
http://doroteafuldebenke.blogspot.com/
Todos los detalles y un refresquito en su blog:
http://doroteafuldebenke.blogspot.com/
15 comentarios:
¿Ha sido empatía? Lo que ocurre es que la accón/sinacción de mi nevera, o sea, de la de Fermín, me parece más negligencia temeraria que homicidio. La tuya es más sospechosa de tener un ramalazo delincuente: no da nombres, guarda miembros envueltos en plástico, absorbe ideas. Creo que voy a volver a colocar la puerta de la cocina para cerrarla por las noches.
Como siempre, un relato estupendo, Paola.
Un abrazo.
Excelente! Aunque esta nevera me da miedico! Yo como Dorotea, voy a cerrar la puerta de la cocina, no vaya a ser que...
Intrigante nevera, cómplice de su contenido y utlizando su continente como arma letal, lleva a cabo la venganza perfecta.
Tendré que llevar cuidado con lo que meto en la mia.
Como siempre muy descriptivo y ameno relato.
Besos
¡Pobre diablo! que muerte. A veces nuestros electrodoméstico se vuelven contra nosotros.
Un relato magnífico
Un beso
Uauuuuu!!!! Eso es imaginación y lo demás, cuentos, con perdón.
Me ha encantado. El criminal, nunca gana!!!! (es un refrán del Tibet jajaja)
Un besito
Uuuf... Qué mal rollito...jeje.
Me ha encantado este relato.
Nunca volveré a entrar con total tranquilidad en mi cocina.
Besos
Oh guau! Otra heladera asesina! La verdad que después de este sábado ya miro con un poco mas de respeto a las heladeras, tienen cerebro y peor aun tienen alma!
Me gustó mucho tu relato, tiene una suerte de suspenso que te lleva a leerlo de corrido buscando el final.
un abrazo
Gracias, muchas gracias .Yo prefiero pensar que mi nevera es solo un electrodoméstico sin vida propia pero...
Besotes.
Paola.
Ay, me da miedo esta heladera asesina; otra cosa que aprendo es que nunca hay que compartir secretos con ella, es vengativa.
Saludos.
Hola Paola.
Acabo de liberar a mi nevera de varios imanes, del cesto de nueces que tenía en su techo, de la lista de la compra, de un calendario...
En pleno desmantelamiento ha entrado mi esposo a la cocina y se ha quedado extrañado de los "cambios". No he podido explicarle que lo hago por su seguridad. Ya veo que a ciertas neveras les ha dado por "ellos". Y a esta mía quiero tenerla contenta. Por si acaso.
Jo, Paola. Que miedo me ha dado tu relato...
Un abrazo.
Maat
Excelente relato.Estupendamente novelado.La trama muy bien orquestada y el final, me ha encantado...
Un abrazo
Conjuncion perfecta de intriga. Da que pensar.... no están demostrados aun los perversos instintos de la nevera. Solo son "presuntos"
un besooo
Vaya, cómo enfría tu nevera; casi estamos en julio y estoy temblando. Por si acaso, me acostaré sin pasar por la cocina. :)
Bikiños
n0 hace much0 c0ngele a mi papa...per0...a l0 que ve0, pa0la, mi mente es p0r l0 men0s igual de malefica que la tuya...hace p0c0 deje a una viva en un ataud...al men0s estaba viva...esta esta partida en cachit0s¡¡¡ pa0la, vaya mente mas partida ¡¡¡
enciend0 un cigarrill0 para pasar el trag0 de esta heladera rediva...
¿ya se ha id0 la heladera a 0tr0 mund0, pa0la?
bien, ent0nces sup0ng0 que n0 s ehabra c0lad0 p0r esta ventana de mi pc...uffff¡
gracias.
Parece màs de thriller, y ademàs esta sesgado, joìln con las neveras...
Buena historia, inesperada,
Un saludo,
Tèsalo
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