Hace unos días me preguntaron si una persona pesa más muerta que vivo. Nunca me había parado a pensarlo, pero se me ocurrió la irónica respuesta de que si añadíamos el peso de la caja lógicamente pesaba más muerta. La curiosidad me llevo a rebuscar en páginas de Internet; entre todo, encontré una respuesta. ¿Quién sabe?; broma, ironía, seriedad… Alguien en cuestión respondía que pesaba menos, pues había que descontar los 40 gramos que pesa el alma '¿Cuarenta gramos?', me pregunté. Lo que pesan cuatro rodajas de mortadela, chorizo…; es el equivalente a..., no sé cómo llamarlo, donde guardamos nuestros actos buenos y malos, remordimientos y buenas acciones. Me quedé de piedra; si tenemos cuarenta gramos de alma, me gustaría saber cuánto pesa el corazón. Se supone que aquí guardamos el amor y el odio. ¿Pesara más lleno de amor o de rencor al prójimo?
Volviendo al alma y los cuarenta gramos de peso, me acordé de San Pedro. Sí, ese señor con cara de bonachón que nos abre las puertas del Cielo. ¿Qué le podía decir yo de mis pecados o buenas acciones? ¿Cuántas cosas a lo largo de mi vida quedaron almacenadas en mi alma? Y por más que lo pienso, sólo veo a la charcutera de mi pueblo partiendo cuarenta gramos de chorizo y cada raja es un pecado o una buena acción. Le sigo dando vueltas al tema; no creáis, me trae de cabeza.
Yo me imaginaba que el alma era algo liviano; a veces pesada de llevar, otras ligera de transportar, aunque... ¿cuarenta gramos?
En fin, me queda una conclusión: quizá el alma es como un disco duro o CD o un ‘pendrive’ y lógicamente pesa cuarenta gramos pero tiene una memoria infinita.
Sólo espero que en el cielo tengan puertos USB o portátiles de última generación.
Pobre San Pedro, a estas alturas aprendiendo informática.
Lo peor vino una semana después (y ahora sin ironía), cuando me di cuenta de lo frágil que soy o somos, de lo vulnerables que pueden llegar a ser mis sentimientos y que mi alma, mi corazón, así como el o el resto de mi cuerpo, están regido por la cabeza. Mi cabeza llena de pensamientos y acciones que a veces no logro controlar, un día me hace reír y quizás después durante una semana me haga llorar, es la reina de los nervios que cada mañana siento en la boca de mi estómago, rige mis miedos y coordina mis acciones. Mi cabeza, mi gran desconocida; lo sabe todo sobre mí pero yo no sé nada de ella, ni tan siquiera los médicos: con este ansiolítico controlarás la ansiedad, con esta pastilla dormirás, con este jarabe no devolverás y pregunta tras pregunta intentan desenmarañar ese tinglado de nervios y circuitos que rigen nuestras vidas, sin saber a ciencia cierta si van por el camino adecuado.
¿De cuántos locos cuerdos están llenos los manicomios?
Y a todo esto llegué porque descubrí lo que pesa el alma.
Si alguien puede, que me lo aclare… ¿Cuarenta gramos?
Volviendo al alma y los cuarenta gramos de peso, me acordé de San Pedro. Sí, ese señor con cara de bonachón que nos abre las puertas del Cielo. ¿Qué le podía decir yo de mis pecados o buenas acciones? ¿Cuántas cosas a lo largo de mi vida quedaron almacenadas en mi alma? Y por más que lo pienso, sólo veo a la charcutera de mi pueblo partiendo cuarenta gramos de chorizo y cada raja es un pecado o una buena acción. Le sigo dando vueltas al tema; no creáis, me trae de cabeza.
Yo me imaginaba que el alma era algo liviano; a veces pesada de llevar, otras ligera de transportar, aunque... ¿cuarenta gramos?
En fin, me queda una conclusión: quizá el alma es como un disco duro o CD o un ‘pendrive’ y lógicamente pesa cuarenta gramos pero tiene una memoria infinita.
Sólo espero que en el cielo tengan puertos USB o portátiles de última generación.
Pobre San Pedro, a estas alturas aprendiendo informática.
Lo peor vino una semana después (y ahora sin ironía), cuando me di cuenta de lo frágil que soy o somos, de lo vulnerables que pueden llegar a ser mis sentimientos y que mi alma, mi corazón, así como el o el resto de mi cuerpo, están regido por la cabeza. Mi cabeza llena de pensamientos y acciones que a veces no logro controlar, un día me hace reír y quizás después durante una semana me haga llorar, es la reina de los nervios que cada mañana siento en la boca de mi estómago, rige mis miedos y coordina mis acciones. Mi cabeza, mi gran desconocida; lo sabe todo sobre mí pero yo no sé nada de ella, ni tan siquiera los médicos: con este ansiolítico controlarás la ansiedad, con esta pastilla dormirás, con este jarabe no devolverás y pregunta tras pregunta intentan desenmarañar ese tinglado de nervios y circuitos que rigen nuestras vidas, sin saber a ciencia cierta si van por el camino adecuado.
¿De cuántos locos cuerdos están llenos los manicomios?
Y a todo esto llegué porque descubrí lo que pesa el alma.
Si alguien puede, que me lo aclare… ¿Cuarenta gramos?
10 comentarios:
Me gustó mucho tu texto, muchísimo.
No podría aclararte nada, tan sólo, desde mi punto de vista el peso del alma no tiene importancia, sino su gran valor.
Y ahora Paola, quizás pese poco cuando ese pellizco o esa inquietud nos desmoralize tanto; es como la pluma de tus letras que pueden valer millones de sentimientos.
Saludos.
Alma, corazón, cerebro, ¿cuanto pesan los sueños, las dudas, la alegría y el llanto? Tres lonchas de mortadela, a poder ser italiana.
Soy partidaria del cerebro como refugio, motor, inventor de todos los bienes y males, dejo a Pedro tranquilo, allá en su hipotético cielo. Por cierto ¿cuanto pesa el cielo lleno de almas? se nos vendrá abajo si cada una pesa 40 gr.??? Pero las almas, decían, no pesan, el cerebro pesa más de 1 kg. y en él, cada cual con sus cosas, metidas dentro.
Fluye el espíritu, se escapa, se disuelve el cuerpo y se confunde con la materia y el universo, al final?? Bsito y salve cariñosos, natalí
Me ha gustado este texto.
No sé que contestar. "El peso del alma" es el títiulo del blog de 21 gramos, lo cual me dice, que puede ocurrir con el peso del alma como con los cuerpos. Los hay esbeltos, macizotes, enclenques, regordetes... A igual altura, distintos pesos, pero me da que nada, pese al espacio que ocupe.
Un abrazo
Paola, que alegría volverte a ver por aquí. Me ha gustado mucho tu texto como siempre. En cuanto a lo del alma, yo había oido que pesaba 21 gramos. Incluso hay una película que se llama así "21 gramos" que son una série de historias que todas van a parar a una misma. En realidad, yo creo que algo hay; porque una persona cuando está muerta no parece la misma; a parte de la vidad le falta algo más. Bueno, no me quiero poner transcendental.
Un beso guapa
Nunca se me había ocurrido pensar en el peso del alma, pienso que no pesa nada. Desde muy temprana edad he sentido dolor de alma aunque no pese nada. Pienso que Pedro ese hombre bonachón como tu lo describes que anda por el mundo queriendo arreglar a golpes, las canalladas del Sanedrín, pero el Maestro le sigue llamando al orden porque cuanto haga o diga será usado en su contra.
creo que los cielos no se caen porque se sienten ¿Un cuerpo muerto pesa más?¿O es que la vida le quita peso? Creo que cuando morimos la vida se va a su cielo, al que le corresponda.
Ya nos dirás Paola si has encontrado la respuesta.
¡Que seas feliz!
Paquitasantana ha escrito el quinto comentario pero este medio le ha llegado tarde y no consigue entenderle, por lo que mete la pata a cada paso.
Me ha gustado mucho el relato. Felicidades.
Según Platón, descubrir cómo es el alma era una tarea divina y demasiado extensa; pero además, añade que se divide o compone de tres partes: razón, deseo y espíritu. ¿Me pregunto si las tres cosas se podrán pesar a la vez, o habrá que pesar una por una? :)
Lo dicho, enhorabuena por el relato, me has hecho sonreír y pasar un buen rato.
Bikiños
Me ha encantado tu entrada.
Pienso que el Alma no pesa. Creo que el peso con su peso no se altera.
Tienes razón en eso de que cuantos cuerdos están dados por locos.
Pedofilia masiva en Palestina. ¿Por qué los medios de comunicación y los encargados de proteger la infancia miran hacia otro lado? Si tienes un blog, denuncialo.
Lo has dicho muy bien. El alma sera como un pendrive que comprime toda la informacion. Mas valiosa que la apariencia de fuera, que cuando nos morimos ya se esta estropeando(incluso, en muchos casos antes), por la que tanto nos preocupamos.
Es un misterio todo esto. Yo tambien me lo he preguntado muchas veces. ¿Como puede estar todo almacenado y coordinado con el cuerpo ?
Y un corazon congelado ya no me acuerdo lo que pesa,pero cuando esta vivo ¡es la leche!...¿y que mas nos da cuanto pesa?.
Mejor seguimos ocupandonos de lo que hacemos con ellos para llenarlos.
Me ha gustado tu reflexion.
Saludos. Alosia
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