lunes, 23 de noviembre de 2009

El Diletante. A voz en grito


Niebla


Amaneció con una niebla densa, masticable, cercana a una “nebbia” veneciana. Lenta y tenazmente fue introduciéndose en mi alma hasta transformarla en una sustancia gelatinosa. Sólo quedaba la cercanía, y poco a poco también se esfumaron los detalles. Interponiéndose al mundo exterior la niebla se fue trocando en mi límite, haciendo desaparecer el fenómeno; en un primer momento supuse que eso acrecentaría el noúmeno pero, una vez más me equivoqué, este también tendía a desaparecer. A mí me ocurría lo mismo, mi esencia adelgazaba hasta quedarse sin concentrado, convertida en puro lixiviado.
Gracias a Dios, Carmen también se había esfumado.

El Diletante


2 comentarios:

Anónimo dijo...

hay cosas que es un alivio que desaparezcan

Dan d'O dijo...

Hola,

Me ha gustado mucho tu texto. Yo soy una amante de la nebbia, vivo en medio de ella en medio del Piemonte y cada vez que la observo me quedo con la boca abierta creyéndola lo más bello que hay. Pero aún hay mucho respeto entre ella y yo, no se me ha metido dentro ni se me ha ocurrido intentar algún tipo de alquimia del fenómeno al noúmeno. Es una idea original, una propuesta de experiencia tentadora...

¡Un gran saludo!