Cosas de hospitales
Rubén Gozalo
Me desperté con la voz de la enfermera. Me sentía extraño, diferente, aturdido por la anestesia. El médico se acercó a mi cama.
—La operación ha ido un éxito. En una semana estará de nuevo en domicilio.
—¡Gracias, doctor! Me alegro de que me quitasen ese grano tan molesto que tenía en el culo.
—¿Grano?—preguntó.
—Sí, un pequeño quiste en el trasero —dije—. Es más, ahora que lo recuerdo, mi médico de cabecera me comentó que iba a ser cirugía sin ingreso.
—¡Pues el informe del auxiliar administrativo que estaba sobre su cama decía otra cosa!
—¿Y qué me han hecho?
—Le hemos amputado las piernas.
—¡No joda!
—La operación ha ido un éxito. En una semana estará de nuevo en domicilio.
—¡Gracias, doctor! Me alegro de que me quitasen ese grano tan molesto que tenía en el culo.
—¿Grano?—preguntó.
—Sí, un pequeño quiste en el trasero —dije—. Es más, ahora que lo recuerdo, mi médico de cabecera me comentó que iba a ser cirugía sin ingreso.
—¡Pues el informe del auxiliar administrativo que estaba sobre su cama decía otra cosa!
—¿Y qué me han hecho?
—Le hemos amputado las piernas.
—¡No joda!
5 comentarios:
Ahora vas a tener que deslizarte sobre el quiste...
Graciosísimo.
Enhorabuena.
Tendría gracia si no fuera tan macabro, jaja.
Enhorabuena, me alegro de que compartamos libro.
Enhorabuena por haber llegado lejos con el excelente relato.
feliz semana.
Muy bueno, lo curioso es que haya pasado de verdad, aunque sea en pocas ocasiones, afortunadamente.
Felicidades, Rubén.
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