Vivir solo significa fundamentalmente vivir cubierto por un gran manto de silencio, no disponer de alguien a quien contar tus penas, alegrías, preocupaciones, tus pensamientos. A cambio, no soportas las estupideces ajenas; y en el cambio sales ganando.
Como vivo en el campo disfruto del canto de los pájaros, del murmullo del viento meciendo chopos y bambúes, del croar de las ranas y del maullido, o ronroneo, de mi gata cuando me ordena algo. Y eso es todo, excepto cuando alguna gentil sudamericana intenta venderme algo por teléfono, regalo algún monosílabo a la cajera del supermercado o escucho el eco de mis pasos enmarcado en el pasillo de casa.
El gran manto del silencio está cuajado de diamantes y rubíes, aunque también tiene algún roto por el que se escapa mi voz tonante:
—¡EPA! —grito como un poseso.
—Minondas —me contesto bajito.
El Diletante
1 comentario:
Encantador, diferente...; más que bonito.
La ira y la frustración la dejo fuera aparte, para ellos todos los diálogos, si es que lo son, claro.
Saludos y
! Epa !
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